Lema educativo

EDUCANDO CON MARÍA NUEVOS JESÚSQUE ALCANCEN EL CIELO TRANSFORMANDO LA TIERRA.



En este lema que hemos elegido para el anexo “Nuestra Señora del Carmen”, que comenzará a funcionar el 6 de marzo de 2017 con un primer grado del nivel primario, queremos sintetizar la finalidad y el estilo que perseguiremos con todo nuestro quehacer educativo.

EDUCANDO
La escuela, en nuestra visión, no es sólo un lugar de “transmisión de saberes” sino de“formación integral de la persona”. Educar, en este sentido, un concepto mucho más amplio que el simple “enseñar”.
Implica, en primer lugar, el reconocimiento de todo lo que en el niño existe ya en potencia, y que gracias al encuentro pedagógico puede ponerse en acto.
Este proceso educativo supone una actitud de contemplación y admiración ante la originalidad personal de cada niño, y un afán continuo por “hacer salir” (educere) más plenamente todas las riquezas de su ser irrepetible.

NUEVOS JESÚS
Si nos preguntasen: ¿cuál es el perfil del egresado de la Escuela Nuestra Señora del Carmen?, responderíamos sin vacilar: “soñamos que nuestros alumnos sean NUEVOS JESÚS”
¿Qué significa la expresión y en qué sentido la decimos?
Significa que Jesucristo, perfecto Dios y perfecto hombre, es el modelo hacia el cual queremos orientar a los niños. Queremos que nuestros egresados piensen como Jesús, sientan como Jesús, amen como Jesús, vivan como Jesús, sirvan como Jesús.
Queremos que, como Él, aspiren a la perfección en todo lo humano y, simultáneamente, vivan con profundidad su relación filial con el Padre.
La tendencia a la perfección en lo humano nos impulsará a buscar la excelencia en cada uno de los saberes y áreas específicas. La intensidad de la relación con el Padre se intentará a través de una continua y cálida referencia a la oración y a la escucha de la Palabra.
Soñamos que, como Jesús, estén permanentemente “vueltos hacia el Padre”(Jn 1, 18) y, a la vez, “sirvan y den la vida por los demás” (Mt 20, 28).

Esta aspiración tiene como punto de partida una certeza de nuestra fe: hemos sido creados “a imagen del Hijo” y “para reproducir en nosotros la imagen del Hijo”. Creemos que en el interior de cada persona, y, por ende, de cada alumno (en su naturaleza misma y también por la gracia bautismal) están ya presentes, latentes y esperando ser desplegados los rasgos del Hijo. Es por eso, en definitiva que –como mencionamos en nuestro proyecto educativo- “el misterio del hombre sólo se revela en el misterio del Verbo encarnado” (GS 22)

No se trata, sin embargo, de una especie de “copia” o imitación meramente exterior de Jesús, sino de una asunción de la persona de Cristo desde la certeza de que él está vivo.
Este Cristocentrismo se reflejará en una característica que quisiéramos fortalecer: la de formarniños eucarísticos, que gusten de la adoración y maduren a los pies del Maestro una amistad sincera e inquebrantable.

CON MARÍA
La escuela lleva el nombre de la Madre del Salvador porque ha nacido y debe permanecer siempre a la sombra de la Virgen del Carmen.
Pero María no es sólo alguien a quien recordamos o a quien tomamos por modelo o fuente de inspiración. Creemos con toda la Iglesia que María está viva, que ha resucitado ya y reina junto a Jesús en el Cielo, asunta en Cuerpo y alma. Su asunción, lejos de alejarla de nosotros,la acerca más, porque estando completamente inmersa en Dios, puede estar en todo lugar donde está Dios, es decir, en todo sitio y en cada persona.
Afirmamos –y creemos realmente que es así- que la escuela es Suya, y siendo suya es de Cristo. Creemos que María está operando verdadera y eficazmente en los corazones de quienes se entregan a Ella. Creemos que María es la principal educadora de nuestra escuela, y que continúa realizando la misma obra que hizo en Nazareth: formando a Jesús, esta vez, en los niños.
Quisiéramos que los niños que egresen de nuestra escuela sean enamorados de María, que la descubran como verdadera Madre, Maestra y Modelo, y que sintonicen con los sentimientos de su corazón: humildad, gratitud, alegría, caridad, valor en la prueba, constancia, fidelidad.

ALCANCEN EL CIELO
La Educación católica no puede tener otro fin que el de la vida misma: alcanzar la vida eterna. Nos interpelan e impulsan las palabras del Señor: “¿De qué le vale al hombre ganar el mundo entero si pierde su alma?”. Nosotros decimos, como escuela católica: “¿de qué nos valdría educar personas para el éxito en este mundo, si finalmente se pierde su alma?”.
La mirada puesta en el Cielo infunde un gozo sobrenatural y una esperanza capaz de sostener en la elección del bien hasta en las situaciones más adversas. La Eternidad y el Cielo como horizonte, lejos de generar en los niños algún tipo de miedo o angustia o, menos aún, pasividad, actitudes de fuga o falta de compromiso, expande el corazón hasta el infinito y les permite dimensionar adecuadamente su vida y su libertad.

TRANSFORMANDO LA TIERRA
Alcanzar el Cielo transformando la Tierra con el Amor y la Verdad: he ahí la misión del cristiano. A este ideal y meta queremos orientar la vida de los niños: que sean protagonistas de la historia, que no sean meros espectadores de los fenómenos sociales sino que se sientan llamados y se animen a involucrarse en la realidad.
Esta transformación la realiza cada cristiano cumpliendo con su propia vocación –laical, consagrada, sacerdotal-, gestionando las realidades terrenas desde los valores del Evangelio, dando testimonio de Jesucristo en la vida diaria y viviendo el mandamiento del amor en la caridad que se hace servicio desinteresado.
Creemos que es posible formar niños transformadores de la sociedad si podemos ayudarlos a ser misioneros y solidarios, testigos de la Verdad de Jesús y del Amor de Jesús.
De este modo, con la mirada puesta en el Cielo, pero con los pies y las manos en la tierra y sus complejas realidades, quisiéramos que nuestros alumnos asuman con gozo la misión que les toca cumplir en este momento histórico concreto, sin lamentos estériles ni nostalgias paralizantes.

Confiamos que este ideal formativo es posible, más allá de las palabras, si los docentes y educadores lo asumen previamente con convicción y entusiasmo.
De la mano de María y de rodillas ante Jesús Sacramentado, caminando y cantando hacia la Patria.

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